Chile quema

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Si ningún particular, ninguna entidad independiente, fundación u organización, chica o grande, ofreciera su ayuda y el Estado tuviera que controlar y reparar el desastre de los incendios masivos completamente solo, ¿qué veríamos? ¿Más inoperancia? ¿Más urgencia? ¿Displicencia?

Es difícil pensar en que el Gobierno pueda crear más frustración social de la que existe hoy en todo Chile, pero a veces dan ganas de que sí la genere y que el incendio ocurra dentro de los votantes, como motor para cambiar y mejorar nuestro país. Aunque ha quedado demostrado que ni siquiera votando avanzamos. ¿Se puede confiar en las urnas?

Los holandeses, por ejemplo, que no tienen cárceles porque nadie comete delitos, ¿qué opinarían de que existan en Chile incendios intencionales?

Los chilenos miramos la TV estos días boquiabiertos por un infierno de odio, resentimiento y por qué no decirlo, alarmante estado de salud mental a nivel nacional, algo que se insiste en tapar pero que sólo sigue explotando (si no, como ejemplo, contemos la cantidad insólita de personas que se ha quitado la vida en el Costanera Center desde su inauguración).

Las preguntas son miles: qué paso con los protocolos de emergencias que debieran existir, por qué la Conaf le pone problemas a Lucy Avilés para su ayuda con el avión Súper Tanker, qué busca Avilés realmente, qué entiende la Presidenta por catástrofe, qué hacen los miles de militares mientras su país vive un desastre inédito, o por qué mientras Chile se quema y cientos de personas lo pierden todo, se ven un relajo insólito, como si las vacaciones de verano fueran más importantes.

Nadie en Chile pareciera querer solucionar nada, descifrar la mejor fórmula de parar los incendios, encontrar a los responsables y ayudar a las víctimas. ¿Nos toman a todos por idiotas? Ningún cientista político, analista, parlamentario está hablando de las causas de esta tragedia. Ni siquiera los medios. Si bien vemos a la prensa en terreno reporteando la noticia, ¿dónde está la investigación? ¿Se puede confiar en la prensa del todo?

Se quema el país entero, y lógicamente nadie da abasto para nada (algo que quizás los culpables pensaron a propósito), menos en un país como Chile; reactivo, desordenado, donde las autoridades tienen más dotes actorales que ejecutivos y la naturaleza de vez en cuando saca un tsunami, terremoto grado nueve o erupción de volcán como si fuera el fin del mundo.

Y lo es. Aquí, al final del mapa, se agotan las fórmulas. A lo Condorito, con un numerito tras otro, con los trepadores aprovechándose de la desgracia, las víctimas encogidas de hombros y los culpables de fiesta y en libertad, queda en evidencia la trampa. Chile quema por dentro, porque aquí hay algo que no calza.



Categorías:Columnas

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