Hace siete meses la hija de Mildred -mujer madura, divorciada- fue violada y asesinada, pero la policía local no parece estar demasiado encima del caso para resolverlo. De pronto, una idea brillante viene a la mente de esta madre para buscar justicia: poner tres gigantescos carteles en el pueblo, aludiendo a este caso y esperar a ver qué sucede.
La actriz Frances McDormand hace este papel como si fuera escrito solo para ella, considerando que hasta las facciones de su cara aportan a la particular personalidad y ánimo de la protagonista. Nadie le dirá qué hacer o hasta dónde llegar, aunque pague los costos de su atrevimiento. Ella misma se conoce a medida que van pasando los días y queda claro que su decisión era de alto riesgo.
Además tenemos el placer de ver a un Woody Harrelson que nunca decepciona. Al pensar en él, creo que siempre lo he visto medido y justo en sus roles, como si después del gran éxito que fue «Propuesta indecente» no haya permitido que el talento dejara de aparecer, como sí ocurre con tantos actores hollywoodenses. Harrelson es el policía bueno, que intenta ayudarla pero con ciertos inconvenientes.
Y por otra parte tenemos a un policía de menor rango, actuado por Sam Rockwell, que hace las veces del idiota del pueblo, un tipo de personaje que siempre termina por brindar algo relevante. Entre los tres, se darán situaciones de tensión y humor negro digno de admirar, armando una historia entretenida y con un suspenso bien trabajado.
El personaje del hijo de Mildred me resultó particularmente interesante, pero no fue tomado en cuenta por el director como un hermano adolescente herido por la pérdida de su hermana o el pasado familiar de violencia en el que vivían, sino más bien como un testigo y a la vez recipiente de todo lo que ocurre alrededor. En realidad todos los personajes me atraparon; el dueño de los carteles es quizás quien une todo con su ambición de obtener el dinero por ellos, al tiempo que está dispuesto a apoyar lo que es justo.
Si hubiera algo malo, sería el tipo de final escogido por el escritor, productor y director, Martin McDonagh, que invita al público a ver la vida como un libro que avanza y no se sabe lo que será escrito en la próxima página. Durante toda la historia se nos preparó para saber lo potente que podía ser esta protagonista femenina dueña de sí misma, heroína que avanza con aplomo por fuera, sabiendo que por dentro está deshecha, pero acompañamos al director con confianza solo para sentir frustración con un broche final de poco peso.
Sin embargo, esta película dicta cátedra con sus vueltas de la trama y la psicología de los personajes, que se va mostrando de a poco y enganchando los ojos durante cada segundo. Yo estaba pensando que los gringos tienen una habilidad innata para disfrutar la ironía, aunque se trate de un crimen espantoso. Pero el director es inglés, y con un pasado filmográfico de temas no muy alegres.
Quizás eso es lo que sucede con esta historia; es elegante y sutilmente perturbadora. Fascinante, pero extraña. Cada escena es mejor que la anterior. Me maté de la risa, pero quedé un poco saltona. Como conocer a un inglés cualquiera.
Trailer de «3 anuncios por un crimen»:
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