Hace casi 2 años, las redes sociales y los políticos se creen dueños de decidir qué es verdad. Dan vuelta los conceptos, atacan a quien cuestiona el status quo y promueven el pensamiento único. Están creando un mundo al revés y nadie hace nada; muchos fact checkers mienten -financiados por grupos de poder-, muchas de las llamadas fake news son ciertas y está prohibido hacer periodismo o investigar. Te persiguen, en algunos casos te matan.
Se permite solo un tipo de pensamiento sobre lo que ocurre con el covid: el relato oficial. Es una dictadura con todas sus letras. Creamos otra cuenta: @revistahumana2, y también la bajaron. Creamos una tercera, también, y luego una cuarta, y también. *La tercera, @revistahumana3, VOLVIÓ DE PRONTO, publicamos un mes y ahora la volvieron a bajar porque subimos las declaraciones del Kun Aguero diciendo que «la vacuna no sirve un carajo». Lo sabe bien el Kun; su corazón nunca volverá a estar sano.
Estamos operando bajo @revista_humana, pero hay que escribir cada letra en instagram para encontrar la cuenta y aun así, el algoritmo pregunta al usuario si «está seguro que quiere seguir esa cuenta». No deja correr las publicaciones, es más, las esconde.
Esta elite poderosa que nos domina; creerá que queremos «seguidores»? Que queremos ser «influencers»? Su cabeza llena de mierda no logra comprender; queremos la verdad. Y la seguiremos siempre, bajen las cuentas que bajen. Nunca se ha puesto un peso en este blog, menos en su instagram. Simplemente habemos quienes no validaremos esta guerra, y somos millones.
El periodismo, el Cuarto Poder del Estado, el Perro Guardían, abandonó por completo la sala. No hay nadie fiscalizando lo que decide el poder. Eso es característica de guerra. Y la censura, también. Como a este blog no le gustan las guerras, ni las dictaduras, no podemos permitir que se le calle la voz así. Tenemos derecho a la libre expresión, mientras no estemos cometiendo un delito, especificado como tal, o causando un daño comprobado a alguien.
Con aproximadamente dos mil publicaciones sobre médicos, expertos, científicos y mucho más, y sin haber dicho jamás una mentira, sino simplemente visiones diferentes a la narrativa oficial del verdadero reality show que las autoridades brindan en TV, Instagram decidió que -después de amenazarnos por más de un año- cerraba la cuenta sin publicar los últimos dos videos que subimos (uno sobre una doctora argentina y otro sobre una psicóloga española) y que no podemos volver a la cuenta si no damos un número de teléfono celular, como primera cosa. Esa invasión a la privacidad, que desde luego también este blog ha denunciado en dichas publicaciones, es inaceptable. Cada usuario de redes sociales, entrega sus movimientos a cambio de tener la cuenta. No es gratis. Puede que no se pague con dinero (a excepto del uso para empresas), pero a cambio de estar en la plataforma recibimos publicidad y nos sometemos a un algoritmo maquiavélico (vean el documental “El dilema de las redes” al respecto).
No le debemos nada a las redes sociales que nos censuran. Menos cuando nunca se nos ha probado haber estado mintiendo. La primera víctima de una guerra es la verdad. Y la verdad no es cosa de los fact checkers. La vida tiene matices, cambia, se mueve; la vida está viva, por obvio que suene. La ciencia estudia la vida, y el método científico no es fijo; está tan vivo como la vida. Las personas -lo sabemos todos quienes trabajamos con personas- no son estáticas, no son iguales y no responden del mismo modo a enfermedades, como a medicamentos. Todo eso forma parte del diálogo que planteamos y que es un deber periodístico de cualquier medio, sea cual sea.
Pero el debate científico está completamente secuestrado por la política. Pobre del que cuestione las famosas medidas covid; todas nefastas, anti científicas, anti éticas, anti humanas y, desde luego, inefectivas para el fin que se toman. El ministerio de Salud, y sus secuaces, actuando como una verdadera mafia, hacen oídos sordos a las sugerencias o preguntas, y solo trabajan para sus amigos globalistas y de las farmacéuticas.
Son tantos los ataques a la población desde octubre del 2019 en Chile, tantos los abusos, las mentiras de este Gobierno -y del que viene no esperamos más-, que el caos informático es difícil de digerir. Destrozaron absolutamente todo, siendo obviamente lo más grave la salud de las personas. Niños y ancianos completamente abandonados al fatal protocolo covid, que provoca profundos daños, pero además literalmente mata a vista y paciencia de toda la comunidad científica y médico sanitaria.
Si son capaces de atacar un pequeño blog como este, no solo es que tienen poder para callar a quien quieran, sin dar cuentas a nadie, sino que les importa cada pequeño espacio; quieren cada pequeño rincón de la información. Lo quieren todo. Están locos de poder y control. El tipo de control que solo se había visto en China, una tiranía capitalista y tecnológica, que tiene un sistema de crédito social con puntos («Black mirror» se queda chico) y ya terminó de implementar el reconocimiento facial en las calles.
Esto, esta guerra covid, que cambió el mundo para siempre, no tiene nombre. Es una aberración, una violación, una tiranía, un peligro, una distopía, una tecnocracia, un golpe de estado mundial, un reseteo, un crimen de lesa humanidad, un genocidio….pero el nombre único se lo van a tener que poner los niños de hoy, el día de mañana.
Ellos nunca tendrán la libertad que tuvimos nosotros. Nunca conocerán qué es vivir livianos, sin permisos, sin horarios, sin registros, sin inyecciones experimentales, ni fármacos cuyos componentes desconocen. En el penúltimo video que este blog quiso publicar, hablaba una psicóloga española sobre la salud mental en niños y cómo desde que nacemos necesitamos ver la sonrisa de nuestros cuidadores, para desarrollarnos biológicamente como seres humanos (parte del video está en la cuenta de Twiter *AHORA TAMBIÉN BAJADA). Nos preguntamos cuántas sonrisas han visto los niños que hoy tienen 2 años. Las posibles respuestas nos descomponen.
Nos preguntamos también, si algún día esos niños lleguen a conocer toda la verdad sobre el covid. Desde qué demonios pasa en el laboratorio de Wuhan con los estudios de ganancia de función financiados por Anthony Fauci, hasta qué hizo la tercera y cuarta dosis en la salud de las personas; toda la verdad. Esa verdad que este blog ha tratado de exponer en la cuenta que Instagram cerró arbitrariamente. Un modo de responder a esa pregunta, es que hace poco se cumplía el plazo para que Estados Unidos desclasificara los archivos sobre la muerte de Kennedy. Pero Biden decidió que no los desclasificará aun. Siempre hay una excusa. Para el covid, se dio un plazo de 75 años para desclasificar los archivos. Muchos de los adultos de hoy, estaremos muertos (si esta guerra no nos mata antes).
Una guerra se puede justificar de los modos más rebuscados. Es más, así ha ocurrido siempre. La última gran guerra se justificó diciendo que era “contra el terrorismo”, pero después no se encontró ninguna arma terrorista ni de destrucción masiva, como se juraba. Y se puede justificar también el uso masivo de un fármaco experimental. Te dicen que el fin es el “bien común”, y listo. Es una excusa buenista. Moralista. No necesita ni tanques, ni balas, ni menos policías porque la gente se convierte en policía que acusa al vecino. Pero el fin no justifica los medios.
Todas esas millones de personas que hicieron fila para poner el brazo para validar un Pase, son cómplices de una dictadura, lo sepan o no. No interesa a este blog juzgar a cada quien, pero sí interesa la verdad, la libertad y la defensa de los derechos humanos.
Tengo mucha más esperanza en los camioneros canadienses, que en cualquier inyección covid. Y mucha más certeza de este blog –creado el 2015 y al que nunca pude dedicarle tiempo, hasta que me vi en un encierro forzado-, que de cualquier político del mundo.
Y como periodista, pedagoga, mujer, individua y ser humana, sé que este blog ha hecho lo correcto. Sabía que Instagram iba a cerrar la cuenta, y sabía que yo seguiría hasta que lo hiciera. Porque no interesa lo que opinen los Zuckerberg, lo que interesa es que con su censura se ponen en evidencia; quieren callar el diálogo, el periodismo, la ciencia y las preguntas. Y están desesperados…Saben que nunca lo lograrán.
Categorías:Columnas
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