La aventura del retorno al paraíso: el ser humano y el amor

Algo especial que ocurre en nuestro interior cuando nos enamoramos, cuando nos entregamos intensamente a la devoción espiritual o cuando vibramos de generosidad y solidaridad por los demás; una sensación de inmensa dicha y gratitud por estar vivos nos invade. De repente nos sentimos plenos y felices aquí y ahora: es el misterio más trascendental de nuestra naturaleza.

Un día dos personas se conocieron y todo cambió; esa soledad que los angustiaba en lo más profundo de su ser, desapareció y por fin se sintieron acogidos y parte del mundo. Y un día, un maestro llamado Jesús dijo: “ama a tu prójimo como a ti mismo”, una máxima que ha sido considerada por siglos como la piedra angular de su mensaje en la Tierra. Es cierto que el tiempo puede distorsionar las cosas, pero, ¿qué tiene que ver el amor de pareja con lo que dijo Jesús?

La sensación de estar en contacto con el otro, de corazón a corazón, es el estado más cercano al amor verdadero que se pueda experimentar. Así como se puede sentir con una persona, se puede llegar a sentir por todos los demás en un enamoramiento desde el ser, que se inicia por nuestra sexualidad y luego envuelve las emociones y la mente. De eso hablaba Jesús.

Pero en realidad, todo aquello que nos lleve a solidarizar con otros, nos encamina al amor total. Cuando se bajan las barreras y un alma se une a otra, convirtiéndose en una misma alma, se ha dado un tremendo salto en dirección a sentir que cada persona es uno mismo también, y así el milagro sucede: el hombre siente que es puro amor, plenamente consciente de ello y en total armonía con el universo.

Este es el desafío humano que surge luego de un largo viaje; en los miles de millones de años de evolución, el sentido último de nuestra existencia se ha ido develando sutilmente, y estamos ad portas de que un número significante de personas “despierte” a esta realidad de hermandad con todos y todo.

La antropóloga Patricia May, explica que “el humano, a través de su evolución, ha pasado de formas de amor básico -ese que te liga sólo a los más cercanos o parecidos a ti, como tu familia o tu país-, a expandir cada vez más su conciencia en una sintonía a nivel planetaria”.

En esta aventura existe una verdadera paradoja, ya que tras haberse sentido uno con el mundo en un principio, tal como los pájaros en una bandada, el humano se verá solo y abandonado, y deberá emprender la odisea del camino de vuelta a casa.

Los misteriosos pasos hacia el amor

Revisemos brevemente la historia. El nivel básico de existencia, llamado mineral o inanimado, es la materia física de la cual están hechos los mundos y se formó a partir de pequeños átomos y su agrupación en moléculas. Éstas se organizaron en estructuras cerradas capaces de intercambiar materia y energía con el entorno, lo que se transformó en una forma más primitiva de células, con lo que surgió la vida.

Formando diversas agrupaciones se dio origen a los vegetales o vida biológica y las primeras manifestaciones de vida organizada en el planeta. Pero luego, se crearon células más complejas, no sólo capaces de reproducirse sino también de desarrollar sensibilidad a través de un sistema nervioso orientado a la supervivencia y la preservación de la especie: ha aparecido el multifacético y fascinante mundo animal.

En los representantes más avanzados de este reino, el sistema nervioso creó un cerebro básico capaz de controlar las funciones biológicas primarias y con poderosos mecanismos de reproducción y supervivencia que llamamos instintos.

Las trascendentes mutaciones genéticas del sistema nervioso animal generaron sobre su primitivo cerebro una capa superior de células neuronales, capaz de producir pensamiento inteligente, potenciando las habilidades de supervivencia pero ahora también permitiendo la organización social, dando lugar a los primeros humanos.

En este largo proceso evolutivo se ha ido gestando la base de los apegos, por un lado como ocurre con los cachorros y su madre; proveedora de alimento y protección, y por otro la atracción sexual basada en la dinámica del placer. Surgió así una forma primaria de afecto en la interacción entre humanos con el intercambio de goce y satisfacción.

Y en un nuevo paso evolutivo, estos afectos se transformaron en una generosidad mayor con los más cercanos, creando los rudimentos del sentimiento de amor humano que nos pertenece como especie. Este amor nos resulta tan agradable, que constituye una colosal fuerza impresa en nuestros genes, amarrándonos a su incesante y eterna búsqueda.

El paraíso perdido

De repente una mutación genética de escasa probabilidad (o voluntad divina quizás), generó una nueva y asombrosa capacidad en los humanos, llamada conciencia.

Esta dimensión de la mente da origen a la construcción de su individualidad, un alma propia que se manifiesta como su identidad, su yo o ego, y que le permite buscar logros personales dando gigantescos pasos en el camino de la evolución, realizando descubrimientos en el campo de la ciencia, la medicina, la geografía, la política, la economía, etc.

Pero la paradoja de este progreso, es que al obtener conciencia individual, se pierde el sentido de unidad esencial con el ser total del cual somos parte. El estrecho vínculo instintivo con el grupo y la forma intuitiva de interactuar con la naturaleza, con la cual nos sentíamos tan íntimos, desaparecen.

El ego da lugar a la existencia del otro, del no yo, de una sensación de separación de los demás y genera como consecuencia un sentimiento de profunda soledad y angustia del alma que nos acompañará en esta etapa de evolución, marcándonos como especie.

Pero hay un escape de esta cárcel, una capacidad única del ser humano de dar una dirección consciente a su propio ego en vez de dejarlo a merced de los automatismos biológicos e impulsos instintivos primitivos. Es el desafío presente, una misión que no sólo podría lograr armonía en la interacción con los demás, sino que traería una valiosa recompensa, ya que al disolver conscientemente esta coraza que ha constituido el ego, podemos encontrarnos con los otros sin separaciones y sentir la intuición de que somos lo mismo, incluso con el mundo entero, en lo que se conoce como éxtasis o retorno al paraíso.

Es el reencuentro con nuestra fuente espiritual de la cual inicialmente provenimos, como chispitas manifestándose en la existencia del mundo; ya nada nos separa y volvemos a sentirnos cálidamente acogidos.

Esto es trascendental para el ser humano, para su vida en pareja, la vida en sociedad, las posibilidades de armonía para la humanidad y la preservación de la especie y el ecosistema para las generaciones venideras.

Todos tenemos el mismo potencial

A nivel inconsciente todos queremos amor, porque como especie compartimos un alma colectiva. Aún habita en nuestro ser una fuerza primordial que provoca secretas conexiones con otras personas, sintiendo un contacto invisible, como un puente emocional.

Estamos condicionados a volver a ser como los pájaros que se lanzan en grupo al cielo, atraídos por un magnetismo que los guía para cruzar medio mundo sin extraviarse durante las migraciones estacionales.

“El concepto de sentirnos lo mismo y la capacidad de expandir el amor desde mi pequeño círculo hacia el planeta entero, es el gran salto de conciencia del ser humano”, explica Patricia May. “Las personas comienzan a afectarse por lo que le ocurre al resto, entendiendo que todos somos uno, como sucedió con el terremoto y maremoto en Japón, invitándonos a ponernos en el lugar del otro con una nueva concepción de lo que soy: yo también soy ese japonés”.

“Y aunque un porcentaje mayoritario de la humanidad todavía no está en este proceso, y sólo le interesa su propio pellejo, es innegable la existencia de un movimiento emergente que se irá generalizando en los próximos tiempos”.

Dependiendo del nivel de evolución de la persona, el amor se expresa en su vida cotidiana de distintas formas, existiendo matices desde el enamoramiento hasta el amor universal o espiritual.

Conocemos así el amor familiar, el romántico, la compasión o amor por los otros -donde comienza a aparecer el sentimiento de unidad y el ego está controlado-, luego la solidaridad y el altruismo, que es el tipo más alto de amor, donde el motivo de vida de la persona es preocuparse por los demás. Es difícil dar ejemplos con nombre y apellido, pero han existido seres completamente dados a los demás.

Después de eso sólo puede existir el éxtasis espiritual o iluminación, cuya consecuencia es el amor universal, donde me doy cuenta que el otro es lo mismo que yo y por lo tanto amo a todos y todo, nada me falta y todo se aparece ante mi como divino.

Esta máxima expresión del amor surge de la conciencia de ser, y poder ver en nosotros y en los demás una misma naturaleza espiritual, que nos une en lo más profundo.

Así es como desde la materia inerte que va adquiriendo vida, pasando por distintas condiciones biológicas hasta obtener inteligencia, el humano adquirió la facultad de poder trascenderse a sí mismo a través de la conciencia de ser “el que observa” y no sólo su individualidad o ego, como creía.

Reencontrarnos con los demás y sentirlos como miembros íntimos de nuestra familia después de una prolongada ausencia, es nuestra naturaleza cósmica; el potencial que todos traemos dentro para ser parte de un universo que es todo amor con conciencia de sí.

El misticismo explica los síntomas de estar en amor:

-Estar en absoluto contento, nada más se necesita, ni siquiera Dios se necesita.

No hay futuro. Este mismo momento de amor es eternidad, no hay próximo momento ni mañana. El amor está sucediendo en el presente.

-Cesas de ser tú. Tú no eres más. Si aún eres, entonces todavía no has entrado al templo del amor.

*Reportaje 2011, Revista Somos.



Categorías:Notas y Entrevistas

Etiquetas:, , , , , , , , , , , ,

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

A %d blogueros les gusta esto: