Que triste es que ese «educar para gobernar» de Aguirre Cerda, nunca haya sido cumplido en Chile. No existirían personas creyendo hoy que el Estado debe darte todo, eso es ignorancia pura. No hay otro modo de existir que del propio trabajo, o del trabajo de otros. El Estado tiene dinero por nuestros impuestos. Si nadie trabaja, no hay fondos. Punto.
Es lo que se enseña en una clase de economía. Quizás entonces un comunista nunca ha ido a esa clase, porque habría aprendido que el libre mercado regula todo, y que permite que en un país no exista la pobreza y a todos les vaya bien. Todo quien ofrece algo, todo quien demanda algo. Todos.
Pero Boric, por ejemplo, prefiere tener inflación. Metió dinero al mercado, mucha gente salió a demandar y los precios subieron. El dinero compra menos cosas hoy, y puede llegar incluso a no alcanzar para ninguna. Es lo que muchos llaman Chilezuela, con justa razón, considerando que todos los venezolanos hicieron un éxodo y están aquí (!).
Chile ya sabe de estas cosas, ya hubo filas para poder comer en décadas anteriores. El comunismo quiere que todos tengamos poco, pero todos lo mismo. Nivelar para abajo, abajismo, jalar de las piernas al que quiera ascender. Todo muy chileno, porque quedó como una forma cultural de idiosincracia, pero el punto es que fue a propósito, y eso es lo grave. En vez de permitirnos nuestro derecho a jugar libremente las cartas, nos amarran.
Se sabe que manipular la economía es manipular todo. ¿Quieres que algo desaparezca? Córtale el financiamiento. Es por eso que, en realidad, sí hay comunistas expertos en economía; lo que pasa es que son tan expertos que saben cómo destrozarla. Quieren destrozar la posibilidad de bienestar y crear pobreza del modo que tan bien manejan. Lo han hecho una y otra vez, los han intentado sacar de todos os países, pero insisten. Aprietan a la gente, la acercan al abismo, la sociedad se torna violenta, se pierden los principios humanos, todos están sobreviviendo. Caos.
Vivir del esfuerzo, en cambio, es satisfactorio, placentero e ilimitado. Es, en el fondo, un modo de realizarse. La idea, es que cada persona pueda crecer, sin límites. Estábamos en eso en Chile, con alta corrupción, sin duda, pero encaminados, pero vino una conspiración terrorista y quemaron todo el Metro en octubre del 2019. El resto es historia, una cosa llevó a la otra y estamos ad portas de una crisis tan grande, que podría desaparecer la clase media que se había engrosado en los últimos 30 años.
El Estado, con una pronta reforma tributaria podría empeorar aun más las cosas. El panorama siempre puede ser más negro. Los medios se dedican a fomentar la pelea chica, no explican a la población cómo funciona la estabilidad económica, los colegios están viviendo la crisis más grande de todas, con estudiantes al borde del colapso mental, y el peso chileno está en el piso.
Pero, ¿qué es ser comunista entonces? O más bien, ¿para qué serlo? Para decidir sobre la propia vida, opinar o votar, hoy existe un gran nivel de confusión y desinformación al respecto. A la gente se le olvida que Mussolini, el primer gran fascista, militó 15 años en el partido socialista.
Es un método. Su objetivo es el control total de unos pocos sobre todo el resto. Como una esclavitud, pero moderna. Principalmente financiado por los Rockefeller y los Rothchild del mundo, el tema es en realidad bastante complicado. ¿Cómo explicar a la gente que los Fidel o los Che Guevara, nunca quisieron ayudar a las personas, sino todo lo contrario? ¿Que si no te educan para valerte por ti mismo, entonces te someten? ¿Que la vida solo vale la pena cuando conocemos los frutos de poder desarrollarnos libremente?
Florecer, en el sentido amplio, no es que otros me den limosna. Nadie puede sentirse bien recibiendo permanente caridad. Eso es dar el pescado, en vez de enseñar a pescar; no es dignidad, pero les gusta llenarse la boca con palabras que no entienden. Secuestraron la palabra dignidad. Florecer, es conocer hasta dónde puedo llegar, crecer en el sentido de desarrollo, como ser humano, no necesariamente en números, sino en abundancia completa. El dinero, que no es otra cosa que un medio de cambio, me permite estar en el mercado para ofrecer y demandar lo que quiero y necesito, con el fin de ese crecer, de ese florecer. No es bueno o malo; la corrupción es mala, sin duda debemos erradicarla. Pero el dinero no.
Hay mucho más que decir al respecto y desde luego no soy la experta, pero no hace falta serlo. Es sentido común, es pensamiento lógico, es intuición humana; todos queremos crecer, ser libres y prosperar. Actualmente circula con éxito el nuevo libro de Axel Kaiser «El economista callejero», que explica algunos principios, dice: «económicamente -y moralmente- es mejor una sociedad con personas que tengan más, en cantidades desiguales, que una en la que todos sean pobres en cantidades iguales».
Cuando te nivelan hacia abajo, cuando te cortan las alas, puedes estar seguro: es dictadura. No queremos dictaduras de ningún bando, ni derechas, ni izquierdas, pero detenerse en un punto vale la pena; no existen muchos conversos de derecha. En realidad se ven mucho más, los que habiendo conocido el comunismo extremo, lo dejan.
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