Sin azúcar, sin gluten, sin lácteos, vegano, keto, hoy existen diversas opciones en el mercado de la alimentación, como respuesta a las pandemias de obesidad, diabetes, cardiopatías e hipertensión. En lo personal, tener deseos locos de comer algo rico, es algo que me pasa una vez al mes. Casi siempre es un antojo hormonal -por razones femeninas-, y luego se va, pero solía hacerme sentir culpable. Quería algo intenso, sin importar si era dulce o salado, pero quería saciar un deseo voraz y hacerlo con un plato abundante.
Hoy me enfoco en liberar esa culpa y conseguir satisfacerme, pero con calidad. A no ser que alguien esté sufriendo una enfermedad que le impida relacionarse bien con la comida, o problemas digestivos varios -hoy abundan, porque llevamos décadas comiendo mal-, es muy natural querer comer de forma saludable, pero rica. La comida chatarra estuvo de moda por suficiente tiempo y ya cumplió su etapa. La industria lo sabe, y nuestro cuerpo también.
La calidad de vida es prioridad en un mundo caótico y donde las personas llegan a vivir 100 años, o más. Si logramos educarnos sobre nutrición y bienestar, haciendo actividad física y aprendiendo a cocinar -o cocinar a veces, como yo-, comer se transforma en lo que solía ser; un placer. Un rito también, un momento para compartir, para sentir, oler, tomarse un tiempo, saborear y sentir. Muy parecido a hacer el amor.
Los ingredientes son clave. Una gran manera de tomar decisiones en un supermercado es leer etiquetas. Si el producto tiene más de 5 ingredientes, no lo compres, es demasiado procesado. Lo común es tres ingredientes máximo. Aunque lo ideal es un ingrediente; comida de verdad, orgánica, con textura, sabor y olor. No puedo negar que me fascina experimentar esas sensaciones con la comida, por eso me enamora un hombre que cocina, que tiene esa paciencia y esa entrega de crear y preparar algo delicioso. Es como una fiesta.
Lamentablemente, a veces tenemos que comer lo que hay, a la rápida o lo que encontramos a la pasada, y por eso es muy útil saber elegir lugares, o bien preguntar de qué se trata cada menú. Hoy podemos encontrar en muchas tiendas un sandwich saludable, por ejemplo, o un cupcake sano, todo va a depender de cómo esté hecho.
Un pan de masa madre (más digestivo), con carne de libre pastoreo (sin hormonas), vegetales orgánicos y listo, se hace una hamburguesa rápida que a cualquiera le gusta. O bien comprar un snack, llevarlo en la cartera, por ejemplo una barra de frutos secos o de semillas, sin azúcar añadida, siempre salva y no daña la salud.
Si lo que se busca es algo rico para festejar o simplemente chanchear, usar sucedáneos de la leche y el azúcar ya es común en muchas partes, sobretodo gracias a la bendita stevia. La pastelería común ha sabido incorporar una elaboración más de acuerdo con los nuevos estilos de vida. En esto hay que tener cuidado, ya que no todos los endulzantes hacen bien.
Una de mis debilidades en pastelería es el tiramisú. Compro uno que es keto, sin azúcar, vegano, rico y lindo. El tema de la presentación es tan relevante como que quede húmedo y suave al paladar. Ninguna receta debiera sacrificar su sabor solo porque es sana. Este tiramisú lo he llevado a distintas partes y nadie se entera de que no es regular, pero cuando ya lo han probado, les cuento. Todos me ven comiéndome un gran pedazo y disfrutando, entonces se animan a averiguar más. Si me comiera uno real, me inflamaría de inmediato, soy alérgica a una proteína de la leche.
Si tengo un antojo imparable por mi comida favorita; la pizza, simplemente me preocupo de que sea lo más «italiana» posible. Masa fermentada madre, delgada, al horno, llena de vegetales frescos y queso maduro o de calidad.
Muchas veces solo hay que estudiar si tenemos alguna alergia alimentaria o sensibilidad, para tomar decisiones a la hora de comer. Lo que ponemos en nuestro organismo, es la revolución más grande de estos tiempos. La agricultura está en peligro, hay problemas con fertilizantes, con sequías, y como dije al principio, estamos dañando nuestro cuerpo, enfermándolo de diversas dolencias que son evitables.
La comida de mala calidad puede tener buen aspecto, oler bien y usar saborizantes adictivos, pero hace sentir mal. Volvamos a sentir con profundidad, poniendo atención a lo que nos pasa. Volvamos a comer saludablemente, cómodos y sin culpa, conscientes, informados y principalmente con goce.
Categorías:Notas y Entrevistas
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